(2004-09-13)
Verbalizar las posibilidades que abre un lugar okupado y en concreto las que ha abierto el Euskal Jai.
“En el caso de las prisiones la más minúscula, la más modesta toma de poder de los prisioneros, no admitida por el poder, se convierte en algo insoportable para éste”
Michel Foucault
La lucha por la defensa del Euskal Jai ha aglutinado en su entorno a muy diferentes sensibilidades. Ha sido más un espíritu que una ideología determinada la que ha convergido en su resistencia. Por eso la llamamos una lucha popular, impulsada en gran medida por eso que han denominado “movimientos sociales” y que nosotros consideramos colectivos “organizados” y sus difusiones y contaminaciones. Colectivos que levantan la vista de su “especialización” habitual y ponen su saber hacer y a sí mismos en conexión para la defensa de un espacio común, tejen hilos y crean comunidad. Una comunidad (que también es multitud; difusa, diferente, variada) que disiente en muchas y variadas cosas pero a la que le une eso que llamamos el espíritu del Euskal Jai. Dignidad es una palabra bonita y grande que nos puede servir para denominarle. Pero quizás decimos mucho para no decir nada.
El espíritu del Euskal son muchas cosas: más de diez años de historias, complicidades, risas, trabajos, desavenencias, sueños, discursos, afinidades, discusiones, atracciones, retos, aprendizajes, organizarse, conocernos/me, un proyecto y una realidad. Ya se sabe, los espíritus son muy difíciles de atrapar, y menos en una palabra.
Pero vamos a echar una mano al aire intentando resaltar dos aspectos básicos de esta lucha. Un primer aspecto es la conciencia antirrepresiva, diríamos que histórica en estos territorios, que ha tenido. “Que se vaya la policía de nuestro barrio” dice la Asociación de vecinos. Y en las manifestaciones se oye de continuo “Alde Hemendik”, “Policía asesina”, “Que se vayan”. Que se vayan las fuerzas policiales se escucha. Y aquí se puede matizar todo lo que se quiera: ¿Que se vayan del Casco Viejo, de Irunea, de Euskal Herria? ¿Quienes? ¿Los maderos, los forales, los munipas? ¿Todos o solo los maderos? ¿Que se vayan todos y cada uno o que se queden los necesarios?
Todo un abanico de opiniones que no acaba de abrirse en un debate amplio, del que sacar consecuencias (no un espectáculo) sobre el papel y la función de los cuerpos policiales, y por tanto sobre las cárceles y el sistema judicial. Y por tanto sobre este sistema social. Peligrosa caja de Pandora que se va a dormir por hoy con el estruendo de las cacerolas y los gritos de fuera, fuera a las fuerzas policiales. Desde luego un grito mucho más concreto del famoso No a la guerra o Nunca mais.
El segundo aspecto se retrata en otra de las palabras habitualmente utilizadas en las manis, entrevistas y ruedas de prensa: Autogestión.
En principio desde las Gazte Asanbladas se habla de la autogestión de un local para realizar actividades de todo tipo. En este sentido, los 10 años de vida del Euskal nos han demostrado, y no es poco, que la autogestión de espacios es posible y positiva a la hora de crear lazos sociales, de experimentar formas de funcionamiento más igualitarias y participativas, de desarrollar (haciendo, aprendiendo o enseñando) habilidades y potencialidades o de construir actitudes y funcionamientos más responsables y colectivos y menos autoritarios y sexistas. Todo esto desde la desde la experimentación y la fragilidad. Venidos de un mundo que vive sobre jerarquías, despilfarro, desconfianza, competitividad, dogmas y miedo a lo diferente (siempre que no sea un nuevo acondicionador de pelo) las dificultades son y han sido muchas (asambleas asesinas, machismo cotidiano y como botón la sempiterna oposición a las fiestas de txikas, guetos, prepotencias, abandonos, desorganizaciones, señoritismos -los platos de cena sin fregar y la mierda de tu perro sin recoger-, la sombra del buitre dinero mediando, …) pero no podía, ni puede, ser de otra manera. Entre todas llevamos al Euskal lo mejor y lo peor que teníamos. Pero la chispa del Euskal (otra vez su espíritu) es que hay un deseo vivo por cambiar y transformar nuestros modos de vida.
Y en este sentido (“queremos decidir sobre nuestras vidas” dice una de las ruedas de prensa de la Asamblea del Euskal) la palabra autogestión y la presencia de un espacio okupado nos abre otro abanico de preguntas: ¿Se puede autogestionar “solo” el tiempo libre? Autogestionar “solo” el Gaztetxe y la Plaza? Y el barrio? Y Euskal Herria? ¿Y nuestras vidas?
La realidad autogestionada de un espacio, con todo lo aprendido, debatido, experimentado en él, abre una caja de Pandora de cuestionamientos, de preguntas y debates, de consecuencias que sacar, de hilos que tejer sobre la democracia de los partidos y la producción de las empresas y administraciones. Sobre quién realmente decide, sobre qué decidimos, sobre cómo decidimos. Sobre como, qué y quiénes producimos y consumimos. Sobre este modelo de fascismo democrático y de economía totalitaria.
Posibilita la apertura de la caja de Pandora. Cajas de Pandora que (¿todavía?) no acaban de abrirse y tomar fuerza colectiva. Cajas sobre el uso del agua e Itoiz, sobre la movilidad y los coches, sobre los ejércitos y las Bardenas, sobre Euskal Herria y la autodeterminación, sobre el valor de las actividades de las mujeres e Isabel golpeada, sobre la Ley de Extranjería y diez mil sin papeles en Navarra, sobre la propiedad privada y doce mil viviendas vacías. Cajas de Pandora. Vientos, huracanes más bien, abrumadores pero ineludibles.
Quizás, ojalá, el desalojo del Euskal y su espíritu pueda abrir y recoger en un debate y una experimentación más amplia los cuestionamientos planteados. Sacar consecuencias y profundizar (radicalizar?) sobre el “fuera la policía”, “participación ciudadana” (con quién, como, sobre qué?) y sobre la autogestión como otra forma de estar y ver el mundo.
Que sirva para desbaratar la política (municipal, foral) que tantos beneficios y poder les da. Una política que es funcional (le sirve) a una economía privada que gira sobre sí misma (y por tanto sobre todas nosotras, que sobrevivimos en ella, y nuestra tierra) en una carrera desbocada y automática por la apropiación de beneficios y el movimiento de dinero.
“Fuera la policía” y “autogestión” son dos brechas que se abren y caminan juntas. Cajas de Pandora que de abrirse, de practicarse, de extenderse pueden desatar tempestades. Se abrirán despacito o de pronto. Una brecha que ponga sobre la mesa (y encima de la sábana) cuestionamientos y nuevos caminos alternativos al dinero, la delegación , la especialización y el autoritarismo.
“Resistir es vencer” coreábamos el Mártes 17 en Calderería rodeados de maderos. Los diez años de Gaztetxe y la resistencia tejida es ya una victoria. Y así lo hemos vivido a pesar de la rabia y el dolor que tenemos al ver el páramo zona cero que han dejado. Siempre es una victoria la comunidad creada en torno al Euskal y su espíritu. Es una victoria el que la luz narcotizante de las pantallas, sus dispositivos (desde centros comerciales, escuelas, hipotecas, legalidades…) de impotencia y sus fuerzas de seguridad no fueran suficientes para impedir las caceroladas, acallar las voces y “proteger” los tejados de gatas desdeñosas de su poder.
El espíritu del Euskal es una fuerza de la que no conocemos sus límites. También una fuerza de poder (tienen bokatxas y pistolas, hábitos, espectáculos y mass media, miedos e dependencias para inmovilizarnos) pero sobre todo una fuerza de corrosión, de multiplicación, de interferencia, de sabotaje, de fuga. Fuerza de las preguntas, fuerzas del querer vivir.
Aunque han ganado dos amarrekos en esta partida, derribando el Gaztetxe, nosotros ya ganamos, pues es fugándonos y resistiendo como queremos vivir. Echando envidos y órdagos que cambien las reglas y las cartas de este juego. Guiñando el ojo, haciendo muecas y sacando la lengua.
“Las gentes de bien”, dice Luis Ibero, concejal del CDN, retrotrayéndonos a la mejor moral del Franquismo. “Hay que hacer respetar la ley y el orden”, dice Yolanda. Y dice bien porque okupar un espacio abandonado es un desafío a la ley y el orden. Y no sea que acabemos ocupando (desmoronándolo) un espacio ocupado como el Ayuntamiento.
Y es que ya lo dice el slogan: “Urrengo Gaztetxea Udaletxea”.
http://www.euskaljaigaztetxea.net/weblog/
http://www.alasbarricadas.org/info/article.php3?id_article=339
Anonim@