Articulo escrito en ingles por Merijn Oudenampsen, publicado en italiano en la revista “Deriva Aprodi” y traducido por Bruno Provo.
Nuestra casa… Mientras escribo este articulo la casa donde vivo sufre una amenaza inminente de desalojo. Quizás nuestro caso sea típico del presente de la okupación holandesa: somos una pequeña vivienda en la que cuatro personas viven en comunidad, no somos lo suficientemente fuertes para organizar una campaña en torno a nuestra casa y estamos socialmente aisladas del barrio gentrificado que habitamos. La batalla para defender la casa ya no tiene lugar en la calle, sino en el juzgado, mediante un proceso formal/legal en torno a procedimientos técnicos y permisos de construcción. Con el juicio hay alguna pequeña posibilidad de que podamos ganar algo de tiempo, pero a la larga estamos destinados a perder. Tendremos que mudarnos (y el proceso volverá a repetirse).
Quizás nuestro caso sea también sintomático de varios de los cambios más generales que están sucediendo en la ciudad de Ámsterdam. La semi-privatizada compañía de transporte público de Ámsterdam (GVB) se esta mudando a una oficina en la periferia después de que el ayuntamiento de la ciudad haya vendido su monumental oficina para ubicar allí un hotel de cuatro estrellas. Nosotros habíamos okupado una parte del edificio que ellos abandonaron prematuramente. Okupamos el espacio de transición entre un periodo donde los servicios sociales y el estado del bienestar eran instituciones centrales en la sociedad holandesa y un periodo en el cual los bienes públicos están siendo vendidos y retirados de forma creciente. Como parte de este fenómeno la ciudad de Ámsterdam esta siendo transformada continuamente en una zona turística gentrificada y al igual que todos los otros okupas, nosotros vivimos en los espacios que están quedando libres durante el proceso de transición de la ciudad.
Este articulo no debe ser leído como otra triste y nostálgica historia sobre el hundimiento del legendario movimiento de okupación de Ámsterdam de los 80´s, pues hay todavía una pequeña pero activa comunidad (y soy muy joven para comparar.) Sin embargo es un hecho que los cambios en las condiciones socio-económicas han movido a la okupación de una posición central a un hueco en los márgenes de la sociedad holandesa.
In Memoriam
Por supuesto okupar – o kraken como se dice en holandés por el sonido de una puerta rota – no es algo particularmente nuevo. Desde que ha existido la propiedad privada, ha habido okupaciones. Lugares abandonados que quedaron vacíos debido a guerras, hambrunas, crisis económicas u otras razones han sido siempre silenciosamente (y a veces violentamente) reocupados. De todas formas como practica política organizada, los orígenes de la okupación aquí en Holanda han sido trazados por los historiadores de la okupación en unos 40 años atrás aproximadamente.
Afortunadamente la okupación fue legalmente permitida en Holanda a partir de un veredicto del Tribunal Supremo en 1914. A diferencia de otros países la ruptura de la paz domestica, como se le conoce en la ley holandesa, se refiere más a la protección del uso determinado de una casa que a la casa en sí. La famosa practica de okupar una casa con un set de mesa, silla y colchón es suficiente para que unos krakers puedan establecer esa paz domestica con los derechos correspondientes.
La devastación y parálisis de la actividad constructora causada por la Segunda Guerra Mundial llevó a una acusada escasez de vivienda. A mediados de los 60´s la generación del baby-boom de la posguerra comenzó a desafiar el ambiente conformista de Holanda. Fue un tiempo en el que la universidad se vió transformada de ser una pequeña escuela elitista a convertirse en un centro popular, dando lugar al incipiente movimiento estudiantil. Estos factores demostraron ser el fértil sustrato para que un movimiento creciera.
1965 y 1966 se convirtieron en los años del auge de Provo, un grupo de intelectuales, artistas y estudiantes que apuntaban a atacar el orden autoritario y conservador por medio de la provocación. Después de su auto-disolución en 1967, parte del grupo Provo empezó a orientarse explícitamente en politizar la okupación. Montaron un Woningbureau de Kraker, es decir, una oficina de okupación que organizaba las acciones de toma de edificios. Tras okupar exitosamente unos cuantos lugares, el grupo se vió abrumado por cantidades masivas de gente solicitando ayuda para okupar. Publicaron y distribuyeron el primer manual de okupación de Holanda y cerraron la oficina poco después. Hacia el final del alboroto revolucionario de los 60´s, el movimiento Kabouter había surgido de las cenizas de Provo, nuevos grupos habían tomado el relevo de esas tempranas iniciativas y okupar se había convertido en un acto político.
En ese tiempo el barrio de Nieuwmarkt – semidesierto y en espera de su completa destrucción debida al desarrollo de una línea de metro – vino a convertirse en el centro de una lucha que moldeó al emergente movimiento de okupación en los años sucesivos. El ayuntamiento estaba planeando crear un Central Business District (CBD), un distrito financiero en el centro histórico de Ámsterdam, que iba a ser conectado por una autovía de cuatro carriles y una extensa red de metro. Como en todos los otros barrios populares, los residentes, principalmente de clase media baja y clase trabajadora, estaban siendo desplazados a núcleos suburbanos de nueva construcción en la periferia de la ciudad.
De 1968 a 1975 una intensa campaña vecinal – combinada con el desarrollo de una propia infraestructura de los krakers como listas de alarma telefónica y las sirenas, las radios piratas, los periódicos vecinales, una imprenta, una cooperativa de herramientas y un fondo para reparaciones – hizo prácticamente imposible para los obreros empezar las demoliciones y acometer el trabajo subterráneo para la construcción del metro. Aktiegroep Nieuwmarkt, el grupo de coordinación de los okupas, en alianza con otros grupos del barrio, instigaron una acción intensiva y una campaña de presión que forzó al ayuntamiento a darse por vencido: aunque una línea de metro pudo ser completada, la autovía de cuatro carriles y las otras líneas de metro fueron canceladas. El modelo del CBD fue por tanto sustituido por una formula más social para regenerar los barrios en beneficio exclusivo de la población residente, construyendo principalmente viviendas sociales. Este proceso se convirtió en el modelo dominante de planificación urbana en Holanda, mientras que las okupaciones se extendieron como un fuego salvaje al resto del país donde luchas similares tuvieron lugar, por ejemplo en Utrecht y Nijmegen.
Hasta mediados de los 70´s la composición social del movimiento eran principalmente estudiantes -que Vivian de los subsidios estatales para estudiar – y jóvenes marginalizados. Pero esto pronto iba a cambiar. La crisis global del petróleo de 1973 y la crisis del sector industrial en los países desarrollados sentaron las bases para la depresión económica y el desempleo. Los criterios para acceder a los beneficios del paro se relajaron (para evitar una crisis social), permitiendo de ese modo la base para el sustento económico de los okupas. La primera generación que inició la protesta, compuesta principalmente de pacifistas, ecologistas, comunistas y estudiantes radicales, fue filtrándose de forma decidida dentro de posiciones institucionales en la elite política y de los medios. Pero la siguiente generación, apodada la generación perdida tenia unas expectativas menos prometedoras. No future fue el slogan copiado de buena gana de los medios, así que los krakers empezaron a apostar por tácticas más confrontativas.
Sucedió entonces que una combinación de factores unieron sus fuerzas para acelerar la senda del movimiento de okupación. El éxodo de la actividad industrial de la ciudad dejó más edificios vacíos, mientras que la crisis del mercado inmobiliario animo a los especuladores a dejar sus casas vacías y esperar a que subiera la demanda (y el precio.) Una inaplazable necesidad de vivienda, combinada con los recortes sociales por parte del estado, el desempleo juvenil y un titubeante proceso de regeneración de los barrios viejos dotaron a la lucha de una extendida legitimidad y un apoyo popular.
Cantidades masivas de casas fueron okupadas. Para comienzos de los 80´s el movimiento de okupación había alcanzado su auge hasta incluir cerca de 20.000 personas. Bares, teatros, radios piratas, servicios de información de okupación, cines, cocinas populares, discotecas, talleres de bicicletas e imprentas proveían la infraestructura para una floreciente red de espacios autónomos. Dos tendencias principales, pero interconectadas, luchaban por el poder dentro del movimiento:
– Los edificios industriales y monumentos en el centro histórico habían sido okupados por gentes de una relativamente buena y acomodada procedencia, para experimentar con formas de trabajo y vida comunitaria. Carecían de contactos vecinales, pero usaban sus casas como base para intervenir políticamente en otros temas (luchas anti-nuclear y contra el apartheid.)
– Los edificios abandonados en los barrios populares fueron más a menudo okupados por gentes que procedían de la clase obrera. Tenían una fuerte conexión con las organizaciones vecinales y sus luchas. En estos barrios, las tácticas violentas y de machitos prevalecían más, y a veces edificios en el centro fueron tomados para escenificar confrontaciones con el gobierno (Grote Keyzer, Lucky Luik).
Cuando la regeneración de la ciudad fue tomando velocidad y muchas instalaciones vecinales cerraron debido a las reducciones en las subvenciones, el movimiento de okupación se empezó a aislar socialmente. Un ciclo de confrontación y represión estatal desacreditó al movimiento más tarde. La estrategia gubernamental de la zanahoria y el palo, de comprar y legalizar okupaciones al tiempo que criminalizaba a los que se mantenían radicales, demostró ser exitosa. Esto llevó finalmente al aislamiento y vuelta hacia adentro del movimiento a mitad de los 80´s.
Tiempos precarios
Cuando la actividad frenética del movimiento murió, el gobierno pudo finalmente colar la legislación que hace posible para los propietarios denunciar a los okupas de forma anónima y usar contratos de alquiler temporal. Con esa base legal, las oficinas de anti-kraak empezaron a funcionar, ofreciendo a los propietarios de casas inquilinos temporales (principalmente estudiantes) para prevenir okupaciones. Actualmente, solo en la región de Ámsterdam hay estimadas más de 5000 personas que viven como anti-okupas, habiendo una población de unos pocos cientos de okupas.
Así como los jóvenes anti-kraak son usados para equililibrar las diferencias entre la oferta y la demanda, la reestructuración del mercado de trabajo y el auge de las agencias de trabajo temporal nos ha dotado del papel de un flexible ejercito de reserva. Las generaciones previas fueron capaces de usar estas disparidades para crear movimiento. Actualmente, sin embargo, nuestra generación flexible esta siendo usada como el aceite de la maquina, en vez de ser el azúcar que podría estropearla.
Afortunadamente todavía nos beneficiamos del legado del movimiento, en la forma de una bastante extensa cantidad de infraestructura. De los edificios legalizados, muchos se ha introvertido, perdiendo toda conexión con el movimiento y la actividad política. Pero otros aun tienen onda. Existe una extensa red de organizaciones políticas y vecinales con presencia de okupas.
Mientras que la temprana alianza entre vecinos y okupas fue exitosa para alterar el modelo de regeneración urbana, actualmente una nueva ola de renovación de la ciudad esta teniendo lugar, y en ella las viviendas sociales están siendo privatizadas y vendidas. El auge económico y la mercantilización del estado en los noventa, en combinación con un avaricioso uso de la tierra en Holanda, han llevado a una ola de gentrificación y una poderosa facturación del estado. Espacios para okupar son más difíciles de encontrar, aunque una reciente caída del mercado nos da un atisbo de esperanza, desde donde desatar un desafío a las actuales políticas de la derecha.
El actual gobierno holandés ha sido parte de un resurgimiento de la derecha. Son múltiples los nuevos recortes y la legislación represiva (especialmente hacia los inmigrantes.) Un lobby para que se legisle prohibiendo la okupación se ha vuelto más activo, pero todavía no tiene éxito. Una quinta parte de las viviendas sociales esta destinada a ser liberalizada y la seguridad social se esta viniendo abajo. Desde enero del 2005 es obligatoria la identificación, algo que antes no era y el aumento de la represión sobre los okupas no se ha hecho esperar, especialmente para los numerosos internacionales que están activos dentro de la escena.
Actualmente la mayoría de la tensión esta canalizada a través del conflicto Islam-Holandeses, supuesto choque de civilizaciones continuamente planteado por los media y los políticos. La mayoría de la izquierda (radical) ha perdido iniciativa, paralizada, mirando desde la barrera y esperando a que todo esto pase o a que se construya una protesta. Cuando esto ultimo suceda, allí estaremos.
Para saber más:
http://thing.desk.nl/bilwet/Cracking/contents.html
“Cracking the Movement, Squatting beyond the media”
Traducido al inglés por Laura Martz, Autonomedia, New York, 1994
He basado esta relato de la historia principalmente en el libro de Eric Duivenvoorden, “Een voet tussen de deur, Geschiedenis van de kraakbeweging 1964-1999”, Ámsterdam 2000. Aunque aviso que solo existe en holandés.
Merijn Oudenampsen
merijn.o (at) gmx.net