El gobierno francés abandona el proyecto de construcción del aeropuerto en Notre-Dame-des-Landes. La ZAD vence

Reproducimos el comunicado conjunto y la traducción de una carta de algunxs ocupantes de la ZAD.

Comunicado conjunto del movimiento anti-aeropuerto tras la decisión del gobierno

De zad.nadir.org.

Este mediodía, el gobierno acaba de anunciar por fin el abandono del proyecto de aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes.

Cabe señalar que la DUP (Declaración de Utilidad Pública) será oficialmente no prorrogada. Por tanto, el proyecto será anulado e inefectivo definitivamente a partir del 8 de febrero.

Se trata realmente de una victoria histórica frente al proyecto de ordenación territorial destructor. Ésta ha sido posible gracias a un prolongado movimiento tan determinado como diverso.

Queremos antes que nada saludar hoy calurosamente a todas aquellas y aquellos que se han movilizado contra el proyecto de aeropuerto a lo largo de estos últimos 50 años.

En lo que respecta al futuro de la zad, el conjunto del movimiento reafirma desde hoy:

– La necesidad para los/as campesinos/as y los/as habitantes expropiadas de poder recuperar cuanto antes plenamente sus derechos.

– El rechazo de toda expulsión de aquellas y aquellos que han venido a vivir estos últimos años en la zona para defenderla y que desean continuar viviendo en ella y cuidarla.

– Una voluntad de que el movimiento en toda su diversidad –campesinos/as, naturalistas, vecinos/as, asociaciones, antiguos y nuevos habitantes– se haga cargo de las tierras a largo plazo.

Para llevarlo a cabo, necesitaremos un periodo de congelación de la redistribución institucional de las tierras. En el futuro, este territorio debe poder seguir siendo un espacio de experimentación social, medioambiental y agrícola.

En lo que respecta a la cuestión de la reapertura de la carretera D281, cerrada por los poderes públicos en 2013, el movimiento se compromete a responder por ella misma. La presencia o la intervención policial solo conseguirían agravar la situación.

Deseamos, por otro lado, en este día memorable, expresar un fuerte mensaje de solidaridad a otras luchas contra grandes proyectos destructores y por la defensa de territorios amenazados.

Llamamos a converger masivamente el 10 de febrero en la zona para celebrar el abandono del aeropuerto y para proseguir la construcción del futuro de la zad.

Acipa, Coordinación de los opositores, COPAIN 44, Naturalistas en lucha, habitantes de la zad (Notre-Dame-des-Landes, 17 de enero 2018).


Carta a los comités locales, a quienes apoyan el movimiento, y a todes aquelles que se reconocen en el movimiento contra el aeropuerto y su mundo

Comunicado publicado el 15 de enero 2018 aprovechando el anuncio del gobierno francés del abandono de la construcción del aeropuerto en Notre Dame des Landes, Francia.

El movimiento contra el aeropuerto mantiene sus posiciones políticas y anima a todo el mundo a acudir a la ZAD el próximo 10 de febrero para continuar contra las movilizaciones y luchar contra el más que probable intento de desalojo por parte del gobierno francés, que ya ha movilizado millares de antidisturbios a la zona.

Estas últimas semanas asistimos a un diluvio de declaraciones mediáticas en torno a la ZAD de Notre Dame des Landes y su futuro – aeropuerto o no, expulsión o no, nuevo Larzac[1] o no. Al respecto podemos decir que no nos reconocemos forzosamente en estas dicotomías (por no decir que no nos reconocemos para nada). Algunos comentarios nos llevan a creer que no está del todo clara, para los miembros de los comités locales, quienes apoyan y les simpatizantes, sobre todo aquelles que están un poco lejos. Es para vosotros para quien está dirigida esta carta, porque tenemos ganas de explicar lo que entendemos de la situación, y también de tener otra voz que aquellas que más se escuchan.

Somos algunes habitantes, ocupantes de diferentes lugares de la ZAD, que no han tenido siempre las mismas posiciones, pero que se juntan a menudo con la voluntad de que la ZAD conserve una cierta radicalidad que no es sólo fachada, basándonos en que cada une puede encontrar su lugar en esto que se vive aquí.

¿Dónde estamos?

A lo largo del pasado año, las relaciones entre quienes componen el movimiento contra el aeropuerto y las personas ocupantes del terreno de la ZAD no han sido sencilla. Han sido más bien momentos de crispación, debido a incomprensiones mutuas y/o desacuerdos políticos. Algunes, sin embargo, continuamos manteniendo y creando puentes entre estas realidades que se rozan y chocan. Es a la vez complicado y apasionante: no lo cambiaríamos por nada del mundo por un vida como Dios manda; pero todo esto nos plantea cuestiones que nos gustaría compartir, y es difícil explicarlo todo sin entrar en el fondo de la cuestión.

Incluso si los roces no son nuevos, la perspectiva de abandono de la construcción del aeropuerto que parece abrir la cuestión de la mediación, añade aún más presión al problema; por lo tanto, el desafío de pensar juntes el futuro de la ZAD es fundamental por muchas razones.

Las estructuras de organización del movimiento han evolucionado también, con dos transformaciones principales:

1) Hace unos meses se creó una asamblea de usos, como consecuencia de los debates acerca del porvenir de las tierras. Personas de diferentes comites, componentes de la lucha, asociaciones… participan todo los meses. Esta asamblea se fijo dos objetivos ambiciosos: por una parte, debatir y gestionar el presente uso de los espacios comunes en la ZAD, tomando como base los Seis Puntos[2], las diferentes prácticas que existen y los conflictos que pueden eventualmente acaecer. Por el otro, pensar en el futuro de la ZAD después del abandono del proyecto del aeropuerto. En su seno se puso en funcionamiento una estructura de comisiones que trabajaban sobre diferentes cuestiones más o menos precisas. Estás, elevan sus trabajos en forma de propuestas a la asamblea. Les ocupantes de la ZAD que participan de ella debaten las propuestas de forma interna y luego informan de sus acuerdos o contraproposiciones a las asamblea en su conjunto para que se tome una decisión.

Este nuevo funcionamiento responde a las expectativas de algunes que lo consideraban como más eficaz y a una cierta fatiga vinculada a la dificultades de avanzar juntes. Queríamos intentar no caer en los mismos problemas que en otros contextos: separación de las decisiones de quienes están concernidas por ellas, cosificación de la palabra… Tomas de poder en definitiva.

Y es esta una apuesta complicada a mantener. Reflexionar y decidir en colectivo conlleva tiempo; y también una capacidad de abstraerse de la agenda del Estado. Para algunes dentro de nosotres, la diversidad de posiciones de les ocupantes de la ZAD encontraban ya muchas dificultades para manifestarse en las asambleas del Movimiento y la asamblea de usos no soluciona este problema. Para otres, parece importante intentar este modelo teniendo en cuenta lo que esta en juego; teniendo presentes las cuestiones anteriormente señaladas en todo momento.

2) Además, han pasado cosas en el seno del movimiento de ocupación. Las reuniones semanales de ocupantes el único momento verdaderamente común hasta ahora de debate entre estes; pero las tareas de organización de la cotidianeidad y el tiempo requerido para encontrar acuerdos en nuestra diversidad hicieron que fuera difícil debatir sobre cuestiones verdaderamente complejas. Por ello, les ocupantes crearon un asambleas propia, mensual, para continuar con los debates de fondo.

Denunciando los fantasmas de los medios de comunicación

Desde el fin de la mediación, los medios de comunicación pierden el control sobre nosotres. LCI[3] titula uno de sus reportajes, del 4 de enero: “¿Zadistas: terroristas?” La exageración no tiene limites, mezclan y confunden todo para crear una gran imagen de miedo. Porque el miedo, hace vender clics (o papel), y hace que se vote siempre un poco más a la derecha en las siguientes elecciones, Los medios, como segunda piel bien espesa de un Sistema ya experimentado, ahora mismo ya han lanzado la ofensiva y atacan por todas partes utilizando todas las herramientas a su disposición: mentiras, mala fé, desinformación, noticias fragmentadas o descontextualizadas, caricaturas, fotos robadas, suposiciones, prejuicios. Clásicos, en definitiva. Y sobre todo que engrase bien el sensacionalismo. Las mayor parte de la información mediática acerca de la ZAD son comunicados policiales no citados como tales o burda manipulación.

Para el Estado y sus representantes es una estratagema habitual incitar a editorialistas sin ningún conocimiento sobre luchas sociales a asimilar movimientos subversivos con terrorismo, con el objetivo de conjurar el enemigo interior. Una diversión muy útil en un momento de ruptura social, ya que permite utilizar todo sus arsenal judicial de vigilancia, amordazar y obstaculizar a militantes sociales… En definitiva, legitimar su propia violencia. Como efectivamente hemos podido ver, la libertad de expresión tiene como frontera fluida el terrorismo.

El resbalón semántico entre militantes convencidos y terroristas pasando por radicales es particularmente pernicioso. Incluso si no se asienta sobre ningún fundamento jurídico, esta demonización permite aumentar la represión y la vigilancia a movimientos contestatarios. y sí, intentan todo lo que pueden para debilitar el movimiento: manipulación de la opinión pública, operaciones policiales e infiltración… Pero, sobre todo, buscan exacerbar nuestras diferencias para dividirnos. Por lo tanto, a aquellos medios que dibujar un retrato liso, apolítico y integrador, no les detestamos menos que a los que nos criminalizan.

Relación con las evacuaciones / expulsiones

La ZAD no tiene nada que ver con la idea de un campo de trincheras ocupado por “peligroses descerebrades” que los medios de comunicación presentan con el objetivo de ocultar el fondo político de lo que se lleva a cabo en el cotidiano. no obstante la vida en la ZAD tampoco es un fotografía amable de neorrurales de juerga. Como en todas partes hay conflictos de usos, problemas y excesos. Pero aquí intentamos resolver estas cuestiones colectivamente, sin recurrir a polícias, jueces, carceleros o psiquiatras. Ponemos mucha energía en estos porque creemos que es posible. Eso que algunes llaman “Zona sin Derecho” es para nosotres un lugar donde nuestras acciones son pensadas, debatidas y cuestionadas cotidianamente, y sometidas al examen de las diferentes realidades.

Es su Ley la que castiga al pobre y protege al rico, su Ley que crea lo “fuera de la ley”, reprime la solidaridad, a las personas sin papeles y tantas otras cosas. Eso que ellos llaman “Sin Derecho”, nosotres lo llamamos “Fuera de sus normas”. Ni la legalidad ni la ilegalidad nos parecen criterios para juzgar nuestros actos. La invención de un modelo social en constante experimentación es, a veces, caótico y forzosamente imperfecto, pero es una tentativa legítima incluso si empuja los marcos de actuación y las normas.

Esta experiencia colectiva; vivida, sostenida y en a la cual se suman miles de personas desde hace más de una década, da esperanzas en un momento en el que el capitalismo asola lo que aún queda de respirable en el mundo. Es por ello que seremos multitud a defender la ZAD; pero siempre dentro de una constelación de uniones, de luchas amigas y de apoyos presentes en algunos casos desde hace años. A pesar de la asimetría en la correlación de fuerzas anunciadas (¡¿3000, 6000 antidisturbios?!), resistiremos de la mejor forma posible con la totalidad de las caras de nuestro prisma de formas de actuar. Porque nuestra fuerza es siempre esta diversidad complementaria, esa que hace rabiar a quienes quieren separar entre buenos y malos resistentes.

No olvidemos que la violencia siempre tiene el origen en el sistema y el Estado que define su nivel. El gobierno prepara también a la opinión pública para una expulsión extremadamente violenta, llegando incluso a hablar de muertos, como en Sivens[4]. Y lo hacen con la ayuda de los medios de comunicación, que repiten hasta la nausea las ideas policiales acerca de la “posibilidad de muertos”.

Lo que queremos: defender la ZAD para luchar contra el mundo del aeropuerto

Mientras que el Estado deja entrever que podría abandonar el proyecto, personas más o menos alejadas de realidad exponen sus proyectos para la ZAD: Nosotres no les consideramos legitimados para plantear nuestro porvenir. El Estado y el sistema que defiende nos lleva contra un muro, y en lugar de contribuir al desastre en curso creemos en la legitimidad de intentar vivir de otra forma.

Como acordó el conjunto del movimiento, queremos congelar la situación territorial una vez que les pobladores originales vuelvan a sus tierras, con el objetivo de crear una entidad surgida del movimiento que gestionará el común. A menudo escuchamos o leemos que “una ZAD después del abandono volverá, más o menos, a su vocación únicamente agrícola previa al proyecto”. Si bien esta lucha era en sus orígenes una lucha por la defensa del territorio, se ha ampliado, especialmente a partir de la llegada de les ocupantes. La gente vive y lucha aquí y ha desarrollado otras prácticas con los años que quieren, evidentemente,continuar.

Lamentamos desagradar a quienes quieren adecuarnos una zona pacificada de comercio justo, queremos continuar produciendo y/o viviendo fuera del marco y las normas. Queremos también continuar inventando otras maneras de compartir e intercambiar fuera del Mercado para ser menos dependientes del estado y de este, pero también luchamos por nuestres vecines y para sostener otras luchas.

Deseamos también continuar definiendo nuestras propias reglas y gestionando nuestros conflictos. No tenemos un respuestas prefijadas acerca de cómo vivir de otra manera en este mundo, sobre las contradicciones que nos atraviesan y el compromiso que estamos a no dispuestes a aceptar.

Queremos cuidar colectivamente de los espacios comunes (carreteras, bosques, praderas, lugares de reunión); trabajar para reforzar los vínculos de confianza que nos unen ya a nuestres vecines, y deconstruir los prejuicios y fantasmas que nos separan de muches de elles (particularmente organizando charlas de divulgación en los pueblos de los alrededores, participando en la dinamización de estos…) Por lo tanto, no queremos una ZAD en la cual solo puedan quedarse quienes tengan buena imagen frente a los periodistas, acepten adquirir un estatus legal o pudieran y/o quisieran pagar sus facturas. En otras palabras: quienes no desentonen en la foto familiar.

Queremos que la ZAD se mantenga diversa y sorprendente, que en ella cohabiten gentes y prácticas diversas, unidas a ideas políticas diferentes. Hemos defendido esta Zona juntes, continuaremos viviendo también juntes. Queremos por lo tanto que TODO el mundo pueda quedarse, sin excepción. Algunes a lo mejor se marcharán, otres llegarán y otres simplemente pasarán; como siempre ha sido. Pero que no haya ni expulsiones ni ninguna forma de intervención policial con el objetivo de reprimir a algunes de entre nosotres. Pensamos también en quienes han sufrido ya la represión, y pedimos la amnistía a las personas condenadas por la lucha contra el aeropuerto.

En definitiva, y probablemente sobretodo, queremos que la ZAD se mantenga como una zona de lucha. Juntes hemos sacado estas tierras de su destrucción programada, y hemos puesto en funcionamiento formas de vida que nos corresponden, más colectivas y autónomas; y no queremos quedarnos ahí.

Luchamos contra el aeropuerto y su mundo. Incluso si el proyecto se abandona, su mundo continuará existiendo, y nosotres continuaremos el combate de todas las formas que nos parezcan pertinentes. Continuaremos luchando contra las infraestructuras y los proyectos de ordenación del territorio, contra las políticas migratorias y el racismo de Estado, del lado de quienes más sufren la violencia sistémica. Continuaremos tomando la calle, ocupando edificios y plazas publicas con les trabajadores, parades, precaries (lo que normalmente somos), estudiantes contra las políticas capitalistas que nos aplican en beneficio de la Economía. Continuaremos también el trabajo de deconstrucción de las dominaciones que atraviesan nuestra sociedad (sexismo, racismo, especismo, etarismo…) visibilizándolas y combatiéndolas; en la ZAD y fuera de ella.

D281

La D281, la carretera departamental cuyo tramo que atraviesa la ZAD ha sido rebautizada como la “Carretera de las Chicanes”, vuelve a ser el centro de atención. Algunas voces (incluso a veces desde dentro del movimiento) reclaman su “apertura”: ver su “liberación”. Lo que podemos decir al respecto es que no existe en la ZAD una posición de consenso al respecto. Desde su (re)nacimiento en la Operación Cesar, esta carretera ha sido foco de conflictos políticos entre habitantes y/o vecinos y encontramos dificultades para encontrar soluciones que convengan a todo el mundo: habitantes, ocupantes, vecindad y componentes del Movimiento. No tenemos los mismo intereses ni nos parecen obvias las mismas cosas.

La carretera, cerrada por las autoridades desde 2013, está a la vez habitada de forma más o menos estable en diferentes puntos, atravesada por numerosos caminos y transitada por vehículos ligeros y tractores. En ella deben, por lo tanto, coexistir diferentes prácticas y metas. Se cruzan quienes la viven, quienes la ven como una situación de encuentro -mudo a veces- entre dos mundos: quienes la toman prestada cotidianamente a pie, en bici, a cuatro patas al lado de vehículos que reducen obligadamente su velocidad; quienes la toman por razones prácticas, de trabajo o acceso rápido…

Sabemos también que hay quienes no se atreve a tomarla más, sobrepasades o atemorizades por las historias, a veces probadas, a veces fruto del rumor o la exageración. Está claro que ha habido comportamientos abusivos en este lugar, contra los cuáles les ocupantes no siempre han reaccionado de forma adecuada, pero no podemos reducir el debate o los problemas de la carretera a dichos actos.

Más allá de las dificultades para encontrar un forma permanente para esta carretera con vida propia, lo que molesta es también la idea de un espacio común cuya gestión escapa al Poder. Muchas ciudades están sembrabas de elementos ralentizadores de la velocidad del tráfico, de zonas donde la circulación está limitada o reservadas a la vecindad (por no decir totalmente privatizadas); y sin embargo no vemos tanto resistencia y oposición a este tipo de actuaciones.

La defensa contra el Estado hace mucho que dejó de ser la única meta de la ocupación de esta carretera. Sabemos bien que una barricada no detiene un bulldozer protegido por la policía, en todo caso no lo hace por mucho tiempo. Por lo rato, nuestro apego por esta carretera no se puede denominar como “folclore de barricada” a barrer de un manotazo o a convertir en pieza de museo (aunque a veces nos guste esa carrocería oxidada grafiteada con Revuelta o queramos hacer un bancal de cultivo en mitad de la vía).

Por el contrario la hemos dotado de una importancia puramente política: la puesta en cuestión de la velocidad, del lugar que ocupan los coches en nuestras vidas y en el espacio; una visión funcionalista del territorio, valorizando su superficie exclusivamente. Estas cuestiones serán siempre de actualidad, incluso después de un hipotético fin de la amenaza policial. Para algunes de nosotres, esta carreta es una parte, pequeña pero vital, de esta lucha de ideas.

Es esta la razón por la cual una parte del movimiento viviría como el inicio de la normalización de la ZAD la vuelta a la normalidad de esta carretera, en detrimento de todos los usos que de ella se han hecho desde hace cinco años. Nos hemos reunido ya con el objetivo de debatir colectivamente este asunto y lo continuaremos haciendo. A veces consideramos los conflictos de político y de uso del espacio como la sal de la ZAD: su exceso nos disgusta, ¡pero no queremos un plato soso!

La continuación

Seguramente lo sabéis: sea cual sea la decisión del gobierno, os invitamos a venir a la ZAD el 10 de febrero para celebrar esta victoria si ya ha sido anunciada o a anticiparla en caso contrario. Os esperamos masivamente para preparar la continuación, garantizando dejar lugar a aquello que nos ha hecho fuertes hasta este momento: la coexistencia en un mismo combate de muchas culturas y luchas completándose mutuamente, esta diversidad que no deja punto de ruptura al gobierno. Los vínculos que forman esta lucha conforman una trama que no desaparecerá con el fin de la zona en si misma. Seamos fuerte en este momento para construir el relato de lo que viene, para continuar la búsqueda de un mundo más justo y reflexionado colectivamente, para preservar estas conexiones que tanto han tocado nuestras vidas y hacer que se multipliquen.

La ZAD vivirá, y no solo porque seamos 50 violentes irreductibles, sino porque somos miles con un vínculo fuerte con este lugar, por miles de razones diferentes. Y esto, no cambiará con el abandono del proyecto.

Como pueden ser Bure[5], No Tav o Roybon[6], este proyecto de aeropuerto es síntoma de una sociedad en crisis profunda, a la vez económica, política y social. Síntomas a los que buscamos responder con la acogida de refugiades, la búsqueda de una agricultura respetuosa y viva o el feminismo más combativo, entre otras miles de luchas que citaríamos aquí.

Este mundo está impregnado de opresiones y desigualdad, y si la idea no es tirarlo en su totalidad a la basura, al menos provoquemos cambios profundos, radicales (es decir, que lleguen a la raíz de las cosas). Poco importan los prejuicios contra esta palabra: hay dentro de nosotres radicalismo cuando intentamos cambiar profundamente algo. Somos todes radicales.

Y por esto, nuestra lucha no acaba a las puertas de un aeropuerto abandonado; continúa más allá. Mientras allá cementadores[7] que quieran robar nuestros recursos y nuestra tierra, seguiremos entorpeciendo sus máquinas; sin que por ello que tengamos ganas de abandonar este lugar que, en el momento que su futuro sea conquistado por el Movimiento contra el aeropuerto, podrá constituir una base de operaciones sólida para abrir otras grietas que hagan real la solidaridad allí donde el Estado y los mercado nos separan y aíslan.

Está claro que el abandono del proyecto del aeropuerto será una victoria. Enviará un mensaje a todas aquellas personas y colectivos en lucha: los estados y las multinacionales no son omnipotentes. No tenemos por qué aceptar y asumir todos sus deseos. Podemos decir no, organizarnos y hacerles recular. Nuestra luchan pueden vencer.

No obstante, somos muches a considerar el abandono del proyecto como una victoria parcial. A la vez que impedimos la construcción de un aeropuerto, más de 400 proyectos diferentes están planteados o llevándose a cabo en el mundo[8]. Por ello, declaramos: No al aeropuerto, ni aquí ni en ningún lado.

La alternativa: la ampliación del actual aeropuerto de Nantes Atlantique, se ha tomado sin consideración alguna acerca del cambio climático y sus consecuencias bien constatables. Ciertamente, el proyecto será enterrado, pero el mundo que lo necesita vive aún y continuará su devenir depredador. Sería una pena que la formidable fuerza colectiva que se ha constituido, con cientos de comités de apoyo y millares de personas implicadas, se apague aquí. Lucharemos para preservar y arrancar márgenes de libertad, aquí y en cualquier parte. Porque Zonas A Defender hay millares.

Algunes ocupantes de la ZAD

[1] Lucha social contra la ampliación de un campo de pruebas militares que tuvo lugar en los años setenta en Francia. Terminó con la victoria del movimiento anti-campo y la obtención de alquileres simbólicos de los terrenos ocupados.
[2] Seis puntos acordados por el conjunto del movimiento acerca del porvenir de la ZAD. Sin traducción al castellano.
[3] Medio de comunicación francés de escala nacional.
[4] Otra ZAD contra la construcción de una presa a unos 100 al norte de Toulouse que se desarrollo hasta comienzo de 2015 y en cuyo intento de expulsión fue asesinado por la Gendarmería Remi Fraisse, un naturalista. Tras la muerte tuvieron lugar manifestaciones antipolícia por toda Francia y el proyecto se abandonó.
[5] Otra ZAD en el este francés, cerca de Reims, contra la construcción de un cementerio nuclear.
[6] Zad en los Alpes contra la conversión del bosque de Roybon en un complejo turístico.
[7] Bétonneurs en su forma original francesa, es un calificativo despectivo que designa a empresas, personalidades económicas y políticas… En definitiva, quienes buscan reconvertir el mundo en su totalidad a lo lógica capitalista a través de la construcción de infraestructuras.
[8] Lutte pour le climat ? Le monde en délire planifie des centaines de nouveaux aéroports.

[alasbarricadas.org, 17 de enero 2018.]