El estado de las cosas es el nombre del disco que sacó Kortatu allá por 1986. Pienso que una vez grabado, Fermín Muguruza y compañía podían haberse jubilado tranquilamente una vez cumplidos los servicios para con la revolución vasca. Ocurre algo parecido con el gaztetxe Maravillas. Que la tenacidad, la lucha, la solidaridad y la audacia demostrada por el movimiento juvenil está siendo ejemplo y sin duda quedará grabado como referente incluso para las nuevas generaciones que vendrán y recordarán. En un tiempo en el que todo estaba dispuesto para la derrota, en un tiempo donde el agotamiento y la incredulidad frente a la capacidad y resultados de la lucha se enquistaba iban apareciendo poco a poco elementos para resquebrajar el estado de las cosas. Y el gaztetxe Maravillas frente a una oposición extremadamente violenta y ruin, frente a toda clase de policías, amenazas, desalojos, mentiras, calumnias y presiones, trajo de nuevo la alegría de la lucha y la capacidad de soñar. Algo que ya ha dejado marcada a toda una generación de jóvenes, y de la misma manera que Fermín Muguruza y compañía no se jubilaron y continuaron, no parece que el gaztetxe Maravillas vaya a retroceder.
Una de las características históricas de toda lucha y avance de la clase trabajadora trae como resultado el aceleramiento de las contradicciones de lo que hace perdurar el injusto estado de las cosas. Esto en ocasiones trae un efecto demoledor en la clase política, lo que comúnmente se llama “la caída de caretas”. Es decir, va eliminando el humo sobre una realidad dada, y cada actor es reflejado de una manera mas nítida en relación a su verdadera esencia, ya que esa lucha hace delimitar maniobras, destapa ocultamientos, y suele torcer realidades fingidas llegada la hora de la verdad.
Poco hay que decir que no se sepa ya del bloque del capital de la clase política. Salvo para el que tuviera dudas, que Geroa Bai pertenece a él, tanto como PNV (su referente y amo), UPN, PSOE o PP. No es que solo crean en el sistema capitalista y en eso a lo que llaman falsamente democracia, sino que están dispuestos a usar la violencia en su defensa. Entre otras cosas porque el capitalismo no es posible sin violencia contra la clase trabajadora. El PNV es el partido que encabeza el gobierno autonómico español en Nafarroa Garaia, y es de sobra conocido su papel en cuanto a procesos de colectivización, autogestión, auzolan y batzarre (que básicamente es lo que son los gaztetxes): su total destrucción. Y cuando exista algún factor que lo impida o no lo sugiera; el intento de integración sistémica de los proyectos populares. Y todo esto solo por dinero, y por la defensa de un estado de las cosas injusto.
Por otro lado tenemos al bloque de la clase política en el que se apoya el capital. La llamada socialdemocracia. Representada en Euskal Herria principalmente por EH Bildu y Podemos. Que debido a las facciones burguesas que la transitan (especialmente de la pequeña y mediana) junto a la aristocracia obrera, la hacen girar cual veleta dependiendo de sus intereses particulares concretos, pero siempre en cualquier caso no transcendiendo las líneas rojas del capitalismo´como la propiedad privada de las viviendas, tierras o medios de producción. Es por ello que está en contra de procesos de colectivización y defienden en la práctica lo público en control del estado capitalista y sus instituciones, cuando no el interés empresarial de diversas capas sociales.
¿Y qué ocurre cuando las prácticas socialdemócratas se funden con las derechistas del capital?
Pues que el bloque del capital y el de apoyo pueden llegar a ciertos acuerdos rubalcabianos del tipo “legalización o desalojo” en un intento de fagocitar los espacios vecinales o comunitarios como puede ser un gaztetxe, y de eliminar aquellos que no estén dispuestos a permitirlo. Unos reciben amenazas de desalojo (o un desalojo efectivo) y otros por ejemplo el requerimiento de licencias de actividad, ciertas condiciones, co-gestión, titularidad del edificio para el estado capitalista y sus instituciones, la constitución del colectivo asambleario en asociación bajo la ley capitalista con amenazas de precintar el local en caso de que no se cumplan estos requisitos etc… Y luego llaman a “negociar” sus condiciones con todo el aparato represivo detrás en cobertura. Y así empiezan las tácticas divisionistas, donde unos son los gaztetxes buenos (los que no han tenido más remedio que aceptar ciertas condiciones porque no ha existido una relación de fuerzas más favorable como para colectivizar) y los gaztetxes malos (los que colectivizan).
De esta manera, el poder se rebaja a pactar la existencia de cuatro muros solo si de aquellos no surgen acciones contrarias al estado de las cosas o sobrepasan las líneas rojas del capitalismo; por tanto, bienvenidos sean los servicios gratuitos y voluntarios bajo ayuntamientos y gobiernos que cubren las lagunas asistenciales del estado, bienvenidas sean las obras sociales en control de las instituciones capitalistas que, por una parte legitiman la existencia de esos centros sociales de cara a la gente y, por otra parte legitiman al poder que las tolera, y que al mismo tiempo las poseen.
Y todas las okupaciones que continúan sin retroceder “serán desalojadas por la fuerza”; desalojos que se ven legitimados por “la negociación de acuerdos” que establecen también a los ojos de la opinión pública una línea divisoria entre buenos (que aceptan las condiciones de las instituciones) y malos (que las rechazan). Esto es lo que da de sí la socialdemocracia en dependencia al neoliberalismo radical.
Y es que los procesos populares anti-capitalistas y autogestionados no son el lugar en el que las instituciones de los estados capitalistas, gobiernos o cualquier entidad autoritaria y represiva tenga la posibilidad de ejercer su influencia o su dominio. Sino que las asambleas de la clase trabajadora mandan y los gobiernos si fueran la mitad de progresistas que dicen ser, obedecen.
Okupar no es únicamente conseguir una vivienda o recuperar espacios abandonados para realizar actividades, okupar es una forma que se tiene para luchar contra la propiedad privada capitalista y el abuso de poder de aquellos que intentan con chantajes amedrentar y controlar movimientos, es una de las formas en las que las ideas como la igualdad, la solidaridad o la acción directa pueden llevarse a cabo sin intermediarios, es la forma en la que se materializan los sueños.
Es de vital importancia para el bloque del capital el derrotar al gaztetxe Maravillas. Es una forma que tienen de dominio sobre la socialdemocracia al confluir ciertos intereses (la dependencia de EH Bildu al PNV firmando cheques en blanco que le otorgan a los jeltzales sin contrapartidas todas las instituciones de peso que hay en Hegoalde. Sacrificando de facto a los movimientos alternativos especialmente a los que creen fuera de su ámbito partidista), la absoluta necesidad de demostrar que “no hay alternativa” a la centrifugación institucionalista de todo proceso de lucha, y que todo lo que está “fuera del sistema” y las “vías institucionales” no le espera otra cosa más que la violencia y la persecución.
Por todos estos factores y alguno más está siendo en esta ocasión tan virulenta la reacción de los reaccionarios, tan escandalosamente difusa y contradictoria las cuatro de cal y media de arena del progresismo (mientras no para de hacer propagandismo para intentar salvar la casa que no el gaztetxe) y tan inspiradora la solidaridad entre tan diversos proyectos con sus diversas condiciones para defender Maravillas.
Autor: Borroka garaia da!
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