Donostia: El centro social Kortxoenea se resiste al derribo

20150904_Donostia_Kortxoenea_resisteColectivos y vecinas se organizan para defender el espacio los próximos días.

Viernes 4 de septiembre. En torno a las 8 de la mañana, la llamada de un vecino del barrio de Gros, en Donostia, alertaba de que vehículos de demolición se habían situado junto al centro social Kortxoenea y estaban comenzando a derribarlo. Minutos más tarde, llegaban al lugar algunos de los miembros del colectivo que gestiona el espacio y conseguían acceder a su interior, impidiendo así que el derribo siguiera adelante. El encargado de la obra dio entonces parte a la policía, hasta entonces completamente ausente, quien, ante la incipiente llegada de vecinas que venían a mostrar su apoyo al gaztetxe, desalojaba a las personas que habían accedido al centro y desplegaba un cordón policial que impedía el acceso al mismo. En las horas siguientes, docenas de personas se acercaban a Kortxoenea a mostrar su solidaridad e intentar detener el derribo.

Kortxoenea es un espacio social y colectivo situado en una antigua fábrica de corchos okupada y rehabilitada en 2010 por jóvenes del barrio de Gros. Desde entonces, ha albergado numerosas actividades y es un importante impulsor de los modelos autogestionarios en Donostia. Actualmente, el edificio pertenece legalmente a una promotora inmobiliaria –que lo adquirió cuando ya era utilizado por numerosos colectivos– cuya intención es construir viviendas de alto precio, para lo cual necesitaba un permiso técnico de derribo. Así, y pese a que la promoción inmobiliaria estaba licitada desde tiempo atrás, la empresa no consiguió dicho permiso hasta mediados de julio, pocas semanas después de la llegada del PNV y el PSE al gobierno municipal, hasta entonces en manos de EH Bildu. Estos últimos han declarado que durante su legislatura se negaron a otorgar el permiso de derribo hasta que no se encontrara una solución con los ocupantes del inmueble.

Según explicaban las abogadas el mismo viernes, “el nuevo gobierno municipal ha querido obviar que el espacio está en uso activo desde hace años, concediendo un permiso de derribo como si se tratara de un espacio abandonado o en desuso”. Según nos explica Amets Artelazki, miembro de la asamblea de Kortxoenea, “pese a tener un permiso de derribo, legalmente la empresa necesita una orden judicial de desalojo para llevarlo a cabo, algo que se obtiene mediante un proceso completamente independiente a la obtención del permiso municipal”. Las órdenes de desalojo derivan de procesos judiciales en los que previamente la propiedad ha denunciado un uso ilegal del espacio, algo que puede resultar a las empresas largo y costoso cuando se trata de espacios arraigados como Kortxoenea. Según señala Artelazki, “la concesión y el intento de ejecución de la orden de derribo es una jugada técnica que el Ayuntamiento y la promotora han llevado a cabo para saltarse un proceso en el que el centro puede reclamar y defender su derecho a hacer uso del espacio”.

Repercusión social

La jornada del viernes se vivió con intensidad. Ante la repercusión social del intento de derribo y la llegada de cada vez más gente a Kortxoenea, el Ayuntamiento anunciaba en un comunicado la paralización provisional del derribo, al “constatar que no se cumplían algunas de las condiciones o requisitos para el inicio de la obra”, como la inexistencia de “ningún vallado de seguridad”. En cumplimiento del mandato municipal, la policía ordenaba después a la promotora la retirada de máquinas y operarios, pero dejaba el control del centro a una empresa de seguridad, algo que fue tildado de arbitrario por los manifestantes, ya que no venía amparado por ninguna orden judicial. Por la tarde, tras una movilización de apoyo que recorrió el barrio de Gros, centenares de personas recuperaban Kortxoenea.

Entre tanto, las abogadas del centro social interponían una denuncia en los juzgados al considerar que la empresa había allanado el gaztetxe ilegalmente y reclamaban la paralización provisional de las obras, alegando el uso habitual del espacio y la inexistencia de una orden judicial que permitiera desalojarlo. Actualmente, la denuncia está en espera de resolución, pero las medidas provisionales no fueron aceptadas por el juez, algo que también ha sido recurrido por las abogadas.

De este modo, aunque aún hay pendientes resoluciones judiciales que podrían ser favorables a Kortxoenea, bastaría con el visto bueno del Ayuntamiento para que la empresa pudiese volver a intentar derribar el edificio. Ante esta situación, y con el objetivo tanto de denuciar la situación como de impedir el derribo, la asamblea del centro social ha declarado Kortxoenea como un espacio de resistencia en el que invitan a participar a todas las vecinas.

Durante toda la semana el espacio estará nutrido de gente y actividades las 24 horas del día y se han anunciado acciones descentralizadas, que culminarán en dos manifestaciones convocadas tanto en Bilbao como en Donostia el próximo sábado por la tarde.

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Donostia 2016 o la versión cultural del Modelo Barcelona

El intento de derribo de Kortxoenea llega exactamente una semana antes de la inauguración oficial del autodenominado Centro Internacional de Cultura Contemporánea Tabakalera, un megaproyecto que se ofrece como ‘ecosistema cultural’ de artistas locales e internacionales, pero cuya gestión será vertical y participada en gran medida por empresas como Kutxabank. El centro, cuya apertura se entiende ya como el pistoletazo de salida de Donostia como Capitalidad Europea de la Cultura en 2016, se ubica en una zona próxima al centro sin interés urbanístico hasta hace poco, y en la que ya están en ejecución las obras de un aparcamiento de 400 plazas y una estación intermodal a la que habrá de llegar el polémico Tren de Alta Velocidad (TAV).

De este modo, la actual situación –en la que Tabakalera se inaugura en el mismo momento en que un espacio autogestionado resiste al derribo y a una nueva promoción de viviendas– parece anticipar la gran concentración de operaciones urbanísticas previstas para el año que viene en Donostia y alrededores, en paralelo a la maratón de eventos ‘culturales’ previstos para todo 2016. Entre otras, la licitación y construcción de cinco nuevos hoteles en Donostia (tres de ellos en primera línea de mar), una remodelación del Puerto de Pasajes o una parada de metro en la playa de la Concha, así como la eliminación física de un cerro natural en el centro de la ciudad para nuevas promociones de vivienda.

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