La propiedad en el capitalismo es de los pilares principales que sostiene a la clase dominante, que históricamente ha sido ejecutora de las más grandes vejaciones, como el despojo masivo de pueblos, genocidios, aniquilación de vida silvestre, asesinato o encierro de militantes, pero la que consideramos más peligrosa la han instalado en nuestra mente, haciéndonos creer que podemos ser poseedores de tierras e inmuebles y que la obtención de un espacio físico para el desarrollo de la vida dependerá de la capacidad monetaria de cada individuo.
Es aquí donde lo irónico se vuelve absurdo, cobrando por lo que de origen han arrebatado. Al aceptar y naturalizar este concepto de propiedad, nos hemos convertido en agentes que reproducen las mismas vilezas a pequeña escala: creemos que somos seres libres de poseer todo lo que tenga precio y también lo que no, pasando por encima de todo para saciar nuestro deseo de pertenencia. Es por ello que vemos necesario el sabotaje y la expropiación, la defensa de los recursos naturales, la recuperación de inmuebles para el esparcimiento y desarrollo colectivo. [Leer más]