Da igual a quién se lo contemos que la reacción siempre es la misma. WTF. El autoproclamado ‘gobierno del cambio’, ese que dice guiarse por las reivindicaciones de los movimientos sociales, ha consumado un desalojo en tiempos de Coronavirus. Nunca imaginaríamos esta realidad de confinamiento, estado policial y restricción de la mayoría de actividades. Ni tampoco que, en medio de esta situación, nos íbamos a enterar, mientras estábamos paseando al perro, que nos estaban desalojando a hurtadillas. No sabemos si han sido más cobardes, más torpes o más ilusos. Han tenido la cobardía de aprovechar que el centro social está vacío, y las que recuperaron el espacio están siendo responsables quedándose en sus casas, para saltarse su propio confinamiento, dar la patada a la puerta, quitar las pancartas, y cambiar las cerraduras. Han tenido la torpeza de hacerlo destinando recursos y fuerzas de seguridad, en un momento en que nadie va a creer que esto es realmente una actividad esencial. Y, sobre todo, han sido tan ilusos como para pensar que con esto conseguirán acabar con nosotras.
El Ministerio de Justicia, encabezado por Juan Carlos Campo Moreno, nos ha querido hacer creer que este procedimiento formaba parte de aquellos que el Real Decreto del estado de alarma llama «imprescindibles para la protección del interés general”. No se enteran de nada: mientras nosotras destinamos nuestras fuerzas y capacidades en apoyar al personal sanitario imprimiendo mascarillas 3D o apoyando las redes en nuestros barrios, ellos desarticulan un centro social sin siquiera proponer un uso alternativo. O quizás sí: la continuación de los cinco años de abandono y desidia de un edificio en una de las zonas más exclusivas de la capital. Y llaman a esto “interés general” y “prioridad” en tiempos de pandemia. [Leer más]