En la misma semana que ha sido desalojado con mentiras de una forma totalmente macarra el Gaztetxe de Alde Zaharra de Iruñea, nos encontramos con que lo que la represión y presión de UPN no consiguió en su día; intentar desalojar la casa ocupada Huarte 24, lo está intentando ahora el gobierno del cambio de Nafarroa, el cual mandó por medios pacíficos y democráticos este pasado jueves a la noche a la policía autonómica española a atosigar a los jóvenes reabriendo el proceso judicial de desalojo.
Si bien las fuerzas del cambio no están haciendo ningún esfuerzo destacado para buscar alternativas a la problemática de la vivienda, el ardor con el que persiguen y reprimen al movimiento de ocupación para echar a la puta calle a la juventud es digno de mención que no de elogio.
La expulsión de jóvenes de Compañia-3, el brutal desalojo de Sarasate, el cierre del Gaztetxe de Alde Zaharra y ahora el reinicio de ofensiva contra Huarte 24 solo indican que existe realmente un estrategia de pinza para una doble maniobra (la pregunta dolorosa es ¿entre quiénes y bajo qué confluencia de interés ideológico de clase?), sea para barrer fuera al movimiento de ocupación de Nafarroa, o en su defecto intentar asimilarlo e integrarlo institucionalmente para que de esta manera pierda su carácter autónomo y anti-capitalista quedando por tanto en dependencia de instituciones que han demostrado que no les importa faltar a la verdad para hacer papel mojado lo que consideran sus “cesiones”. Triste e inaceptable panorama que tendría que llevar a una reflexión sobre lo que en realidad supone para el movimiento de ocupación el llegar a ciertos acuerdos con las instituciones que les puedan dejar inmersos en lógicas ajenas de “servicios municipales”, con las manos atadas bajo chantaje o expulsados. Para finalmente sufrir una campaña gratuita de criminalización y silenciamiento, no sin antes alguna palmadita en la espalda y un “ya creceréis”. [Leer más]